30 julio, 2007

INGMAR BERGMAN, HA MUERTO

Atormentado y metafísico.


Bergman nació el 14 de julio de 1918 en Uppsala, localidad a 70 kilómetros al norte de Estocolmo. Su padre fue un pastor protestante, que marcó su vida y obra por su estricta educación. Salvo excepciones, sus películas, teñidas de un tinte oscuro y atormentado, abordan problemas humanos fundamentales, como la incomunicación de la pareja, la soledad, Dios o la muerte.




En una entrevista concedida en 2001, el cineasta hablaba abiertamente sobre el tormento que se convirtió en el sello personal de su obra: "Los demonios son incontables, aparecen en los momentos más inoportunos y crean pánico y terror. Pero he aprendido que si puedo dominar las fuerzas negativas y subirlas a mi carro, entonces, pueden trabajar en beneficio mío".



Ingmar Bergman, uno de los fundadores de la Academia Europea de Cine en 1988, se estrenó en la dirección con el largometraje 'Crisis' (1945). Se ganó el reconocimiento internacional como director de cine con 'El séptimo sello', una película recordada por la escena en la que el protagonista, un guerrero cruzado de la Edad Media que busca a Dios y el sentido de la vida, juega una partida de ajedrez con La Muerte en persona. Ganó seis Oscar, cuatro de ellos por 'Fanny y Alexander'(1983). Además, fue galardonado en diversas ocasiones por el Festival de Cine de Cannes. El conjunto de su obra ha sido incorporado al archivo de la Unesco.

Asimismo, destacan en su trayectoria las películas 'Fresas salvajes' (1957) -premio a la mejor dirección del Festival de Cannes de 1958-, 'En el umbral de la vida' (1957), 'El manantial de la doncella' (1959) -Oscar a la mejor película extranjera y Premio Fipresci de Cannes-, 'El ojo del diablo' (1960), 'Como en un espejo' (1961) -Oscar a la mejor película extranjera y galardonada en el Festival de Berlín-, 'El silencio' (1963), 'Esas mujeres' (1964), 'La vergüenza' (1968), 'La carcoma' (1971), 'Secretos de un matrimonio' (1973), 'El huevo de la serpiente' (1977) y 'Sonata de otoño' (1978).









19 julio, 2007

PLATÓNICA

En el año 1999/2000 tuve la suerte de ganar el premio del Consejo Social de la Universidad de Cantabria con el libro de poemas titulado "Platónica". Siete años después e impulsado por el aula de letras de dicha universidad, a la cabeza de Ramón Maruri, su coordinador jefe, se está llevando a cabo la recuperación de aquellos premios, tan necesarios debido a la pequeña y selecta publicación en aquella época. Ahora tendremos la suerte, para aquellos que amamos este minoritario mundo que es la poesía de poder volver a disfrutar con esta emocionante antología. Y digo emocionante, porque para nosotros los autores, este solía ser el premio que cuando llegábamos a la universidad veíamos como imposible y como un sueño y que también para muchos de nosotros, fue el primero, con forma de libro.


De aquella época, pocos tenemos el libro en algún tipo de formato informático, ya que casi no existía, yo por lo menos lo tenía en formato de una máquina electrónica de escribir Canon, que me compré con el dinero de mi primer premio en las justas literarias locales de Reinosa, pero claro no compatible con el mundo del señor Gates. Así que he tenido que volverlo a escribir en formato word y mandárselo de nuevo al aula de letras y como cada vez que se hacen estas cosas siempre se dan unos retoques a la obra, eso sí los mínimos para no violar su espíritu. Es como si lo hubiera remasterizado.


Aquí os dejo 2 de las poesías que cohabitaban en aquel libro, Platónica.



Sobre mi abdomen
han derramado una frase

(quema como la piel de las chimeneas)

y aunque al evaporarse lloverá

yo ya te habré amado.

-----------o-----------

Si tú me dejas
dará igual
porque yo te amaré siempre
hasta que la soga
de la oscuridad suspire.

(porque yo sé que estuve allí
en busca del futuro)

Y me fugaré a lomos de la anestesia
—ese sinónimo del recuerdo—
cuando tú me avises

(también)

que vas a sonreír.


02 julio, 2007

HASTA QUE DESPEGUEMOS


Nunca sé despedirme de ti,
siempre me quedo con el frío de alguna palabra
que no he dicho, con un malentendido que temer,
ese hueco de torpe inexistencia que a veces, gota a gota,
se convierte en desesperación.

Nunca se despedirme de ti,
porque no soy el viajero que cruza por la gente,
el que va de aeropuerto en aeropuerto
o el que mira los coches, en dirección contraria,
corriendo a la ciudad
en la que acabas de quedarte.

Nunca sé despedirme,
porque soy un ciego que tantea
por el túnel de tu mano y tus labios cuando dicen adiós,
un ciego que tropieza con los malentendidos
y con esas palabras que no saben pronunciar.

Extrañado de amor, nunca puedo alejarme de todo lo que eres.

En un hueco de torpe inexistencia, me voy de mí camino a la nada.



foto, aeropuerto de parayas (santander)

poesía, problemas de geografia personal (luis garcia montero)

música de fondo, shrinking universe (muse)