05 noviembre, 2006

U2 por U2

U2, crónica desde las entrañas del dinosaurio irlandés

Los miembros del grupo desmenuzan en un libro su vida y milagros en 30 años de carrera

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Bono, Larry Mullen, The Edge y Adam Clayton, a finales de los setenta querían poner las cosas en su sitio, bajar al mito del pedestal. Recordar a millones de fans que detrás del aparatoso espejo que proyecta fama y poder se esconden cuatro tipos normales que pueden ser vulnerables, leales, religiosos, extravagantes como cualquiera y hasta estimables padres de familia. Es la misma historia que ya se ha contado en innumerables biografías de la banda irlandesa pero revelada ahora a partir de sus propias palabras, con profusión de datos, fechas y valientes confesiones e insólitas anécdotas. No hay puntos escabrosos ni titulares de escándalo. «U2 por U2» (editado por RBA) narra la construcción de un titán del rock con abundante material fotográfico, la mayor parte inédito, y 150 horas de entrevistas realizadas por el periodista Neil McCormick.

El libro, a la venta desde el pasado viernes, huele a ejercicio de sinceridad: «He leído un montón de basura acerca de U2. Siempre que nos describen, en un sentido mítico, como maestros de nuestro propio destino, me dan ganas de reír. Llevamos toda nuestra vida intentando dirigir un tren totalmente desbocado», exclama el batería Larry Mullen Jr, el rubio de la banda. Su compañero The Edge, el guitarrista, también pone su grano de humanidad: «Nos hemos convertido en la banda que somos porque no éramos músicos particularmente competentes. Como no podíamos tocar las canciones de otra gente tuvimos que crearlas nosotros mismos».

Una Irlanda poco punk Después se lanzan por el tobogán del tiempo para recocinar el caldo de cultivo que dio alas a la aventura, un ambiente opresivo en la Irlanda de los setenta (su fervor religioso les llevó a formar parte de un colectivo cristiano), el sitio menos punk que uno pueda imaginar. A pesar de todo, el desparpajo de cuatro amiguetes, y en especial la energía irrefrenable de Bono, ponen en marcha al que comenzó en 1979 siendo «el peor grupo de versiones del mundo» para convertirse cinco años más tarde en «los herederos de The Who», en palabras de Bono. Las anécdotas caen a mares: la firma del primer contrato de grabación sellado en los servicios de señoras del Lyceum de Londres, la sorpresa por la gran aceptación del disco «Boy» en la comunidad homosexual, el descubrimiento de Nueva York y su «energía tercermundista», la primera vez que tocaron en Tejas «haciendo de teloneros de un concurso de miss camiseta mojada», el encuentro de Bono con un Frank Sinatra completamente desgastado por la amnesia que es incapaz de reconocerle días después de haber grabado con él.

Sobrevuela como un cuervo acechante el asunto de sus limitaciones musicales y la intermitente desconfianza en el proyecto U2: «En directo siempre éramos irregulares y Bono a menudo se frustraba con el grupo», reconoce Larry Mullen al hablar de los años de «Rattle and Hum». Para entonces (mediados de los ochenta) su rock melancólico ya era carne de estadio. Conciertos mastodónticos por Estados Unidos ante auténticas multitudes, con la consiguiente soledad del guerrero: «Empecé a comprender cómo Keith Richards se había convertido en drogadicto -alumbra Bono-. Decía que buscaba la heroína al acabar las giras. Cuando tocaban cada noche, se sentía bien, pero cuando dejaban de tocar tenía que llenar ese vacío». Y después viene el cambio de imagen con la gira «Achtung Baby», la invención de un «alter ego» sarcástico que se ríe de Bush en los conciertos y su aparición en los salones del poder como negociador en la causa de los pobres. Finalmente, Bono, que se define como «un calvinista recalcitrante», arroja luz sobre el milagro de U2 recurriendo al psicoanálisis: «Uno no se convierte en estrella de rock a menos que tenga una carencia de algo. Si estás en tu sano juicio te sientes normal, sin necesidad de que 70.000 personas te repitan a gritos cada noche que te quieren». El bueno de Larry cierra las páginas del libro con un pronóstico: «Las diferencias musicales no romperán U2. Romperemos porque alguien haya apretado la pasta de dientes por el extremo del tubo que no toca».

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