07 junio, 2006

EL PROTOCOLO DEL RUBOR

Ya habrá tiempo para el juego
de estudias o trabajas, cómo tú
por aquí, qué tal tu hermano,
tu padre, tu perro, dónde vives,
qué te gusta, viste esa película
-pues a mí me sorprendió-, si prefieres
la comida china o la italiana,
el whisky en vaso bajo, eres abstemia,
practicas la gimnasia rítmica, la Ouija,
o si has estado o no en Londres o París.

Ya habrá tiempo de mi amor, mi vida,
tiempo para el calor o la ternura,
el dulce recogimiento postcoital,
el cigarrillo de tu marca favorita,
una copa de vino o un café con leche,
confidencias susurradas al oído
en la penumbra de la habitación.

Ya habrá tiempo para el asco,
la desidia, los gritos, las palabras
malsonantes, platos rotos, lágrimas,
consuelos, encuentros, desencuentros,
misivas de odio o de rencor,
si es que así la vida nos lo exige
y esto no se queda en las cenizas
de una noche que se quema aquí y ahora,
entre los fuegos fatuos de una estúpida
comedia programa por dictamen
de un descerebrado dios.

Pero tú sabes y yo sé que nunca
hay tiempo. Así que calla. Y mírame.
Y alza esa copa entre sonrisas y balbuce:
"Por qué no me follas, de una vez".

Roger Wolfe, Arde Babilonia.
Colección Visor de Poesía, 1994-nº325

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