15 junio, 2006

EL HOMBRE QUE SALIÓ DE LA TARTA

NUNCA CONOCÍ A JESSIE

y qué hacías jessie, con los pies fríos, leyendo
a hegel en el puerto de san francisco.
A.S.

y qué hacías jessie en mitad del desierto
leyendo a keats mientras la arena sumergía a los gatos en el más profundo silencio de las dunas. jamesville no es un lugar para la poesía, jamás, aunque sabes que de esa tierra brota el olor del pasado. la huida. el revolver perdido en la maleta, bajo el imperio de la ropa que ya no es tuya. y qué hacías, jessie, qué hacías. él estaba dormido en el asiento de atrás y sobre tus labios aún permanecía un lejano sabor a pomelo. dime jessie, qué hacías. ¿por qué no estabas solo? ¿por qué vivías aún de la miseria y de los pájaros? ¿por qué? ¿por qué ese irreal destino de las cosas? dime, jessie -auriga terrible del deseo- dime, de cuántos viejos has vivido, cuánto tiempo, bajo qué sudor has sido condenado de aquí a jamesville, de cadiz a virginia, qué error o qué virtud, qué sal o qué nada dibuja tu sombra y te empuja bajo los árboles, perdido ya el don de los años. jamesville no es un lugar para los gatos.

qué sol este mayo.

qué sabor terrible, jessie, el de los cuerpos callados.


Alberto Santamaría (Torrelavega, 1976)



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