12 junio, 2008

EL BORRACHO ES UN FINGIDOR

La cosa es muy sencilla,
en realidad.
Coges y agarras
una borrachera
de dos días
y al tercero resucitas
de debajo de una pila
de mierda, sudor rancio,
sangre coagulada y heridas sin cicatrizar.
Luego te arrodillas
en el lugar más propicio de la casa
—la cocina, por ejemplo—
extiendes los brazos en cruz como un santo enajenado bajo la lluvia
en una de esas infames películas de la Biblia
que rodaban hace años
en este país de todos los demonios,
y pides clemencia a Dios y a la memoria
de todos los muertos
y mediomuertos que conoces,
y llamas por teléfono,
agenda en mano, a la esperanza,
a los amigos, enemigos y otra gente
de sexo impreciso o intermedio
para anunciar a todos la inminencia
de tu último suicidio
mientras juras y perjuras
no volverlo a hacer
hasta la próxima
vez.

rogerWOLFE

1 comentario:

Anónimo dijo...

La ebriedad es un don. El ebrio un personaje mitológico, a la altura de un minotauro o una medusa. Todos los sábados noche converso con los borrachos que el mundo pone ante mí. Yo, que más de 4 veces he terminado abrazado a un árbol, cantando franciscanamente las maravillas de doña Natura. Ningún poeta como el etílico para combinar el verbo sabio y el verbo surrealista. ¡¡Poeta, a la cantina!! Secretamente: "Dame otro vaso, aún estoy sereno... Quiero beber hasta perder el control."

Ó. Borona.