Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría
no podrá morir nunca.
Yo lo veo muy claro en mi noche completa.
Me costó muchos siglos de muerte poder comprenderlo,
muchos siglos de olvido y de sombra constante,
muchos siglos de darle mi cuerpo extinguido
a la hierba que encima de mí balancea su fresca verdura.
Ahora el aire, allá arriba, más alto que el suelo que pisan los vivos,
será azul. Temblará estremecido, rompiéndose,
desgarrado su vidrio oloroso por claras campanas,
por el curvo volar de los gorriones,
por las flores doradas y blancas de esencias frutales.
(Yo una vez hice un ramo con ellas.
Puede ser que después arrojara las flores al agua,
puede ser que le diera las flores a un niño pequeño,
que llenara de flores alguna cabeza que ya no recuerdo,
que a mi madre llevara las flores:
yo quería poner primavera en sus manos.)
¡Será ya primavera allá arriba!
Pero yo que he sentido una vez en mis manos temblar la alegría
no podré morir nunca.
Pero yo que he tocado una vez las agudas agujas del pino
no podré morir nunca.
Morirán los que nunca jamás sorprendieron
aquel vago pasar de la loca alegría.
Pero yo que he tenido su tibia hermosura en mis manos
no podré morir nunca.
Aunque muera mi cuerpo, y no quede memoria de mí.
De "Alegría" 1947/joseHIERRO
** y de fondo: Radiohead/true love waits**
29 marzo, 2007
27 marzo, 2007
ROSTRO FINAL
Ah, la vicisitud
no se cancelará pues todo es el tiempo.
Más sí su doloroso error, su poso triste. Más bien su torva imagen,
su residuo imprimido: allí el horror sin máscara.
Pues no es el viejo la máscara sino otra desnudez impúdica;
más allá de la piel se está asomando, sin dignidad.
Desorden: no es un rostro el que vemos.
Por eso, cuando el viejo exhibe su hilarante visión se ve entre rejas,
degradado el recuerdo de algún vivir, y asoma la afilada nariz,
comida o roída, el pelo quedo, estopa, la gota turbia que hace el ojo,
y el hueco o sima donde estuvo la boca y falta.
Allí una herida seca se abre y remeda algún son: un fuelle triste.
Con garfios cogidos a los hierros, mascullándose sonidos rotos
por unos dientes grandes, amarillos, que de otra especie son, si existen.
Ya no humanos.
Allí tras ese rostro un grito queda, un alarido suspenso,
la gesticulación sin tiempo...
Y allí entre hierros vemos la mentira final.
La ya no vida.
VicenteAleixandre
**foto, mi abuelo Castor, hasta siempre...**
15 marzo, 2007
4H
01 marzo, 2007
EL OTRO
poco es realmente lo que puede hacerse
contra este modo de vivir
contra nosotros mismos
contra un mundo incomprensible
sólo de vez en cuando
-extraordinarias noches prodigiosos viajes
insólitos encuentros-
quién realmente somos acude
dejándonos maltrechos
quién sabe si conseguiremos sobrevivirnos
quién coño sabe
es curioso
sin embargo
saberlo
QUE EXISTAS
contra este modo de vivir
contra nosotros mismos
contra un mundo incomprensible
sólo de vez en cuando
-extraordinarias noches prodigiosos viajes
insólitos encuentros-
quién realmente somos acude
dejándonos maltrechos
quién sabe si conseguiremos sobrevivirnos
quién coño sabe
es curioso
sin embargo
saberlo
QUE EXISTAS
Suscribirse a:
Entradas (Atom)