27 marzo, 2007

ROSTRO FINAL

La decadencia añade verdad, pero no halaga.
Ah, la vicisitud

no se cancelará pues todo es el tiempo.

Más sí su doloroso error, su poso triste. Más bien su torva imagen,

su residuo imprimido: allí el horror sin máscara.

Pues no es el viejo la máscara sino otra desnudez impúdica;

más allá de la piel se está asomando, sin dignidad.

Desorden: no es un rostro el que vemos.

Por eso, cuando el viejo exhibe su hilarante visión se ve entre rejas,

degradado el recuerdo de algún vivir, y asoma la afilada nariz,

comida o roída, el pelo quedo, estopa, la gota turbia que hace el ojo,

y el hueco o sima donde estuvo la boca y falta.

Allí una herida seca se abre y remeda algún son: un fuelle triste.

Con garfios cogidos a los hierros, mascullándose sonidos rotos

por unos dientes grandes, amarillos, que de otra especie son, si existen.

Ya no humanos.

Allí tras ese rostro un grito queda, un alarido suspenso,

la gesticulación sin tiempo...

Y allí entre hierros vemos la mentira final.

La ya no vida.


VicenteAleixandre
**foto, mi abuelo Castor, hasta siempre...**


3 comentarios:

Anónimo dijo...

El mundo pudiera divirse en dos: aquellos que encuentran la belleza en el mundo y quienes ni siquiera la aprecian.

Tu sabes hacer algo más dificil, incluso: convertir el dolor en belleza.
Me has emocionado Balbontín.

Te envío un fuerte abrazo. Uno que agite la distancia.

j.

Anónimo dijo...

Nada no es felicidad si no se comparte con otra persona, y nada es verdadera tristeza si no se sufre completamente solo.
Nunca estaras solo amigo.

Anónimo dijo...

Hoy ¡por fín!, desde el día que ví el maravilloso texto de Vicente Aleixandre que escribiste al lado de la foto del abuelo, soy capaz de espresar la emoción que en muchas ocasiones he tenido al leer y volver a leer durante mucho tiempo.
Las personas silenciosas se hacen sentir más cuando no están. Ahora que no está es cuando seguro le echamos más en falta.
Yo también le digo "hasta siempre..., porque siempre está".
Volveré, seguro, como tantos días, ahora mis ojos no me dejan seguir están invadidos por mi propia emoción.

MUCHAS GRACIAS SERGIO.