15 mayo, 2008

PRINCIPO DE INCERTIDUMBRE

¿Cómo se mide la distancia entre las personas? ¿En metros lineales, en grados centígrados o en años luz? En las relaciones personales siempre hay un principio de acercamiento, un instante de conexión que nos hace un poco más especiales. Después sigue el principio de incertidumbre, que según Heisenberg, consiste en la imposibilidad de reducir el error en el espacio sin incrementar el error en el tiempo. Él se refiere a las simples partículas subatómicas, aunque creo que es posible extrapolarlo a los seres humanos. Al fin sólo somos un conjunto de átomos a lo bestia. Después de cada principio siempre hay un final. El trayecto entre ambos puntos o estados de la materia, es lo único que sufre alteraciones, interrupciones y altibajos. Los principios de las amistad o del amor son emocionantes, y tristes, casi siempre, los finales. También difieren las duraciones, pues los primeros tiempos pasan en avión, mientras que el final deja siempre un poso amargo que tarda en abandonarnos. La aventura debe de estar, aunque no lo parezca a veces, en el simple trayecto, en el recorrido entre ambos puntos, en los recodos, los paisajes, las miradas descubiertas, los cielos siempre cambiantes, los olores, las sorpresas, las huellas, las señales, en las caricias del aire y también en sus arañazos, en las estrellas de cada noche, las palabras escuchadas, los sonidos extraviados y los ecos, el miedo escondido bajo las piedras, los pensamientos, los objetos perdidos, los objetos encontrados, los dolores, los recuerdos, las lágrimas, las esperas, el sudor… La distancia entre las personas se mide en kilómetros, como los caminos o la velocidad. Según el dichoso principio de incertidumbre de Heisenberg medir implica interactuar, e interactuar implica una cierta alteración. Así que en realidad, es imposible saber al mismo tiempo con cierta certeza el futuro de nuestras relaciones y lo que tardaremos en llegar al fin. Podemos saber si el amor se termina, pero no cuando. Y si aventuramos un cuando, lo cierto es que nos equivocamos. Cuanto más queremos, más ganas tenemos de llegar a alguna parte y, también, el deseo de volver es mayor. Querer es habitar en la incertidumbre, en la mía, en la tuya y en de Heisenberg.


sacado de este maravilloso blog que os recomiendo

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