26 marzo, 2008

LLUVIA







5 comentarios:

Paula dijo...

el último libro de poesía que he comprado es el de "dinero" de Pablo García Casado, a destiempo, al chico del fnac le costó encontrarlo, ya lo habían sepultado en una segunda fila, escondido tras las novedades.

Un gran poeta


la lluvia...

siempre la lluvia

un abrazo

el blog de sandra dijo...

¿Qué podría llegar a sentir la seductora gota de lluvia que después de superar todos los obstáculos inimaginables consigue descubrir que fue ella la inspiradora de este precioso poema?

Anónimo dijo...

los monzones hablan el mismo idioma en pedazos que mansamente llena la palabra: nube.

Hermano,
No dejes de mirar la lluvia.

Óscar Borona dijo...

¿HAS VISTO ALGUNA VEZ LA LLUVIA?

Una de las catorce canciones que me llevaría al fondo del mar es "Have you ever seen the rain?", de Creedence Clearwater Revival. Un ángel en bicicleta me la regaló una noche de diluvio. Con infinito amor. Maravillosamente melancólica. Sí, he visto la lluvia. Y la he besado. Reza una máxima sufí: "Todos los caminos conducen al agua". No hace mucho, el sargento David Vegue, el coronel Héctor G. Rodicio y el que ahora redacta compusimos una cancioncilla cuyo estribillo reza: "Y bajo la lluvia no se debe correr: / a veces mojarse es otra forma de arder. / Bailando en la ceniza hasta el amanecer. / No hay más Biblia... que un cuerpo de mujer". Felices quienes nadan en tus páginas. Gracias, Tristia, por la humedad.

Anónimo dijo...

Sacado de Fahrenheit 451 (la temperatura en la que el papel arde):

"El aguacero iba amainando, y la muchacha andaba por el centro de la acera, con la cabeza echada hacia atrás para que las gotas le cayeran en el rostro. Cuando vio a Montag, sonrió.
-¡Hola!
Él contestó al saludo y después, dijo:
-¿Qué haces ahora?
-Sigo loca. La lluvia es agradable. Me encanta caminar bajo la lluvia.
-No creo que a mí me gustase.
-Quizá sí, si lo probara.
-Nunca lo he hecho.
Ella se lamió los labios.
-La lluvia incluso tiene buen sabor.
-¿A qué te dedicas? ¿A andar por ahí probándolo todo una vez? -inquirió Montag-.
-A veces, dos.

(...)

Y ella se alejó corriendo y le dejó plantado allí, bajo lluvia. Montag tardó un buen rato en moverse.
Y luego, muy lentamente, sin dejar de andar, levantó el rostro hacia la lluvia, sólo por un momento, y abrió la boca..."