20 junio, 2006

CARTA DESDE... GUINEA CONAKRY

Mañana me voy de Guinea. Hace ya más de tres años que llegué aquí y es tiempo de volver a la casilla de salida y ponerse a disposición del viento. Parte del trabajo que iniciamos cuando Soropogui, Gertrude, Mateo y yo nos instalamos en Kolouma después de los ataques de 2001 ha llegado a término, y la otra parte queda en manos mucho más capaces que las mías. Han sido años de espanto y belleza, de violencia y júbilo.
No sé si a ti te pasa, pero algunas veces, en los brazos de una mujer o en las líneas de un libro o por un monte de encinas, entiendes que estás recorriendo uno de los ochomiles de tu vida, que desde allí ves más lejos, el aire es más claro y los horizontes se te acercan a los pies como animales sumisos. A mí me ha sucedido aquí. No por todas las paparruchas de postal que el embelesado racismo de los occidentales ha endilgado a África: sus paisajes, su misterio, su primitivismo. No, ha sido por las personas.
El camino me ha obsequiado con la amistad de guineanos, australianos, europeos, liberianos, indios, congoleses, estadounidenses, costamarfileños, seres humanos de los cuatro vértices del planeta que se afanan por compartir las dádivas de la tierra y los frutos de la inteligencia con quienes pueden menos, con quienes menos tienen, y llaman a esto justicia. También he conocido aquí a muchísimos cabrones de esos mismos lugares, mas pienso que son las obras maestras y no las mediocres las que al final definen a un creador, a una especie. Y yo llevo tres años paseando por el Ermitage del hombre.
Tampoco olvido el horror, fue demasiado. Que no te engañen, el horror no es inherente a un país, a un continente, ha sido manufacturado, fabricado por gente como tú y como yo, y por gente como tú y como yo debe ser deshecho. El Nuevo Mundo aún está por descubrir: es hora de ir congregando a la tripulación.Ésta será mi última carta. Perdóname si grité demasiado: no busqué otra cosa que mostrar el vínculo existente entre los de allí y los de aquí, convencido de que todos pertenecen al mismo pronombre, nosotros. Gracias por escucharme. Ojalá nuestros pasos vuelvan a cruzarse en alguna plaza del tiempo. Si es así, déjame invitarte a un café y seguiremos conversando.
Guinea Conakry, 24 de febrero de 2005
Gonzalo Sánchez-Terán

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